Un paraguayo surgido de la esfera religiosa pudo poner fin a seis décadas de hegemonía colorada. El ex obispo Fernando Lugo Méndez, de la opositora Alianza Patriótica para el Cambio, logró romper la hegemonía colorada tras vencer con un 40 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales realizadas hoy en Paraguay.
Lugo, que nació el 30 de mayo de 1951, recibirá la banda presidencial el 15 de agosto de este año de manos del actual presidente Nicanor Duarte Frutos, último representante en el Poder Ejecutivo del Partido Colorado, en el gobierno desde 1947 en forma ininterrumpida.
Un conglomerado de diez partidos políticos y una docena de organizaciones sociales de diversos orígenes ideológicos, la Alianza Patriótica para el Cambio, apoyó al ex obispo, que tendrá como vicepresidente al médico liberal de 45 años Federico Franco, titular del principal partido de oposición, el Liberal Radical Auténtico. Lugo fue ordenado sacerdote en la congregación del Verbo Divino en 1977 y en marzo de 1994 recibió el nombramiento de obispo de la diócesis de San Pedro, una de las más pobres del país, donde estuvo hasta el año 2005.
El 29 de marzo de 2006 encabezó la mayor manifestación de protesta contra el gobierno de Nicanor Duarte Frutos en las plazas ubicadas frente al Congreso y poco después recibió un pedido, refrendado por 100.000 personas, para que presentara su candidatura a la presidencia de la república.
Desde esa fecha impulsó la organización de Resistencia Ciudadana que posteriormente se transformó en la Alianza Patriótica para el Cambio, que lo llevó al poder. En diciembre de 2006 renunció a la vida sacerdotal y el día de Navidad de ese año, en un discurso enfrente de su casa materna, informó públicamente su determinación de ponerse "al servicio del pueblo paraguayo a través de la política, esperando que la comunidad me asigne el rol que tendré que desempeñar". Su renuncia no fue aceptada por el Vaticano y en los primeros días de enero le llegó la suspensión "a divinis" del ministerio sacerdotal, que es una sanción canónica disciplinaria, que le impide ejercer el sacerdocio.
El ex obispo, que recibió más de 500.000 votos, es partidario de la economía mixta, defensor de la propiedad privada, de la inversión privada y la radicación de capital extranjero, al que le dará "garantía y seguridad jurídica para que colabore con el desarrollo del país", según sus afirmaciones. Tras su victoria electoral, con cautela pero con firmeza, dijo que hará lo posible para que al Paraguay "no se lo recuerde por la corrupción y la pobreza, sino por la honestidad y la eficiencia y para que nunca más vuelvan el clientelismo y el prebendarismo, que tanto daño hicieron a nuestra patria".
Su defensa de la necesidad de realizar cambios profundos en la sociedad paraguaya lleva a sus adversarios de derecha a atacarlo por "izquierdista" y partidario de los presidentes Hugo Chávez y Evo Morales, de Venezuela y Bolivia, respectivamente.Sin embargo, Lugo afirma ser "un hombre de Iglesia que tomó muy en serio la opción por los pobres de la Iglesia latinoamericana y paraguaya". "Quizás me identifiquen con la izquierda por haber acompañado las luchas de los más desposeídos de la región donde he trabajado pastoralmente, pero me gusta ubicarme en el centro", asegura.
"Suelo afirmar que Paraguay debe tener su propio proceso, debe ir creando un proceso diferenciado de los otros países, ya sea Venezuela, Ecuador o Bolivia", expresa al tomar distancia de otros gobiernos.
Con respecto a la integración regional Lugo propone que Paraguay "se lleve bien con sus vecinos". "Creo que el Mercosur debe ser fortalecido y ampliado. No debe ser solamente un bloque comercial ni de integración meramente económica, sino que debe fortalecerse como Mercosur Social, un Mercosur Cultural", afirma.
"Hemos cometido la osadía de ser gobierno", dijo al admitir su victoria, e instó a todos sus compatriotas a "apostar por este país que fue grande y volverá a ser grande en el concierto de las naciones". (DPA)