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El domingo pasado Roberto Echeverría corrió la mejor carrera de su vida. Fue la consagración de 200 kilómetros de entrenamiento semanal, que se convirtieron en su pasaporte al Ejército, donde lo acogieron por sus condiciones y ahora le pagan un sueldo de 200 mil pesos sólo por prepararse.
"Estuve un tiempo trabajando en el sur, en el trabajo que se presentara, incluso llegué a ser temporero, trabajando en chacras, cosechando uvas", relata Roberto recordando su vida antes de la Maratón de Santiago 2008.
Ahora sólo se dedica a entrenar, pero no dejó el sur. Cambió todas las comodidades que en Santiago le ofrece el Ejército para prepararse en Cunco, junto al Volcán Llaima, con el único objetivo de acompañar a su madre.
"Yo perdí a mi papá cuando tenía doce años, entonces al tenerla viva y tratar de darle a lo mejor un logro, hacerla sentir feliz, yo también me siento orgulloso de eso", expresó el deportista.
En el campo, Roberto entrena bajo las instrucciones del ex atleta Jorge Grossen. "No me cobra, lo hace por amor y porque él siente pasión", aseguró el maratonista, ganador en la prueba que congregó a más de doce mil seguidores del running.
En el campo, Roberto entrena bajo las instrucciones del ex atleta Jorge Grossen. "No me cobra, lo hace por amor y porque él siente pasión", aseguró el maratonista, ganador en la prueba que congregó a más de doce mil seguidores del running.
El próximo desafío de Roberto será en los Juegos Olímpicos de Beijing, donde recorrerá 42 kilómetros de ilusión. Aseguró que quiere "ir a representar al país y cruzar la meta, ése es mi primer objetivo. Y yo quedaría feliz dentro de los 50 mejores del mundo".
Sin nunca haber hecho carrera militar, a sus 31 años Roberto Echeverría es el orgullo del Ejército. Incluso fue homenajeado por el comandante en Jefe, Óscar Izurieta